jueves, 28 de marzo de 2013

Exilio voluntario

Lo mismo que un alcohólico no deja
jamás de ser alcohólico aunque lleve
semanas, meses, años, lustros, décadas
sin que sus labios prueben la bebida

y sabe que su vicio es un desierto
que necesita de una sola gota
para regenerarse -abarrotado
de plantas venenosas y parásitos-;

me basta a mí -y sin duda te aprovechas
de mi debilidad -una mirada
tuya un poco más larga de la cuenta,

esa forma de andar, dos, tres palabras
para olvidar mis firmes juramentos;
por eso me resigno a tu memoria

desde este infausto exilio involuntario. 

Raúl Sánchez

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